Tras nuestras primeras semanas estudiando y pasándolo bien con nuestros compis en la escuela de ingles en Auckland, llegó la hora de la verdad, el momento que estábamos esperando, el punto que cambiará nuestro estilo de viaje… montarnos en la furgo!
Fueron varios días los que estuvimos mirando anuncios por internet, contactando con propietarios y probando algunas furgonetas (un capitulo aparte podría ser la primera vez conduciendo por las calles de Auckland!). Al final nos encontramos con nuestra Toyota del 93 en una feria de coches. La miramos, nos miro, nos montamos, dimos una vuelta… y la pagamos! Pertenecía a una pareja de galeses muy majetes que les costó desprenderse de su amiguita. Ahora será la nuestra por mucho tiempo (eso esperamos!). (Si quieres saber más info de cómo comprar una furgoneta en NZ pincha este link).
Con la primera prueba superada (elegir bien no es tarea fácil), nos encontramos rápidamente con la siguiente… salir de Auckland y no morir en el intento. No resulto muy difícil, si bien en los primeros cruces tendíamos a meternos en el otro carril y cosas así… cruzamos el puente Auckland Harbour Bridge (copia del de Sidney?)y nos dirigimos hacia el norte por la carretera número 1.
Sin embargo a pocos kilómetros zas! Tercera prueba… El deposito de gasolina esta casi seco… Bueno, nada que no se pueda solucionar con la tarjeta de crédito. Paramos en la gasolinera, Rober se baja del coche, va hacia la tapa del depósito y… «cómo narices se abre esto?» Allí estaban él y el gasolinero indio intentando encontrar el botón que abriera el dichoso depósito. Al final resulto estar bajo el asiento del conductor, y es que es un coche japones y ya sabemos lo enrevesados que son los japoneses…
A la tercera prueba le siguió la cuarta antes incluso de salir de la gasolinera. «Y…¿dónde vais?» nos preguntó el amable trabajador… Lety y yo nos miramos con cara de besugos… «Ni idea». Así que volvimos a la carretera 1 hacia el norte sin tener mucha idea de donde parar.
En los últimos tiempos al parecer en Nueva Zelanda las cosas están cambiando si viajas en furgoneta. Ya no se puede dormir donde primero pillas (no sé si incluso antes se podía). Para pernoctar tienes que ir a sitios específicos, la mayoría de ellos de pago (como los Holiday parks o los DOC, campings gestionados por el gobierno) y algunos gratis, normalmente aparcamientos con un baño 24 horas abierto y poco más. Hay varias aplicaciones de móvil para encontrar el adecuado, para nosotros el adecuado es el gratis (todo lo que es gratis es bueno), así que trazamos un itinerario cuadrando las noches con esos sitios donde poder aparcar y dormir sin que nos pille un ranger y nos invite a irnos o a pagar una multita.
Una de las primeras noches la pasamos a escasos metros de una bahía preciosa (Urquharts Bay). Cocinamos con el camping gas en la furgo y nos acurrucamos entre las mantas. A la mañana siguiente bajamos a la playa a desayunar tranquilamente, una temperatura perfecta y un sol radiante… nada podía fallar! Nada? Recogemos los chismes y le damos al contacto… chic chic! «emmm… Lety… emmm… esto no… emmm… no arranca vamos…». Nos habíamos quedado sin batería recargando el móvil la noche anterior… que catetos! Aquí se nos presento la quinta prueba, ¿cómo narices arrancar la furgo si la batería se ha consumido?… Joe, parecía que peor no podíamos empezar! Menos mal que dios aprieta pero no ahoga y en ese momento llegó un pescador con su 4X4 para echarnos un cable (literalmente). Hizo un puente con su batería y pudimos superar la prueba! Uff… por los pelos! Y nosotros sin seguro!
Seguimos el trayecto con una cosa clara, queríamos llegar hasta el punto más al norte (o casi) de Nueva Zelanda, donde el mar de Tasmania y el Océano Pacífico unen sus aguas, el Cape Reinga. Y lo conseguimos y Rober pudo cumplir con la última prueba, pegarse un buen baño!
Tras pasar todas estas pruebas el viaje sabe mejor, quizás nos perdimos algunas cosas, quizás nos perdimos directamente… pero pudimos contemplar maravillosos atardeceres desde el coche, amaneceres desde la playa, carreteras y pueblos desiertos, playas enormes, bosques atravesados por ríos donde dormir es una gozada (y acojona un poco, sobre todo después de conocer al vecino más cercano sonreírte desdentado con cara de loco)…
Han sido 3 semanitas intensas para nosotros, repletas de muchas más pruebas. 3 semanas durmiendo en la furgoneta, cocinando dentro cuando fuera no se podía (los días de lluvia nos acompañaron en el último tramo), buscando wifis como locos para no olvidar el blog, lavándonos donde podíamos (el baño en el mar cuenta, eh?), pasando fresquete por las mañanas, periodos de aburrimiento intenso, yendo a dormir a las 9 y levantándonos a las 6… y celebrando el cumple de Rober con unas cerves y una cena TexMex… a lo grande!
Nuestros pasos nos llevan a la siguiente etapa. Aunque esta será sin duda más tranquila, nos vamos a cuidar casas con lo que los propietarios dejan: muebles, jardines, gatos, perros, ocas, gallinas, ovejas… lo típico vamos…
1 comentario en “TRES SEMANAS POR NORTHLAND (LAS 6 PRUEBAS)”
increible chicos!! que recuerdos y que nostalgia kiwinera por dios!!
Muchos besos 🙂