Nuestra ruta continua en la antigua capital de Myanmar: Yangon. Después de un vuelo tranquilo desde Kuala Lumpur, llegamos al aeropuerto, y ya nos damos cuenta de que esto es otro mundo. En primer lugar no nos aclaramos con la hora… miramos el reloj de la sala mientras esperamos nuestro turno para sellar el pasaporte y no corresponde con la hora que esperábamos…Resulta que respecto a Malasia, aquí hay una hora y media menos y respecto a España e Italia, cuatro horas y media más. Primera rareza…
“Mira Lety, las mujeres y los niños llevan la cara como pintada” “Es verdad Roby, y los hombres llevan falda hasta los tobillos”. El maquillaje natural es el Tanhaka, y lo llevan básicamente para protegerse del sol, que aquí pega y mucho. La falda es el Longyi, y la mayoría de los hombres lo llevan en su vida cotidiana. Segunda rareza…
Salimos del aeropuerto y un chico húngaro con pasaporte rumano (todo esto según él) nos hace una acertada observación… parece dar una salto de 40 o 50 años atrás en Europa. De noche y casi sin luces solo nos podemos fijar en los coches que pasan por la carretera del aeropuerto, y en el bus que nos lleva hasta la Guest House, y efectivamente, son casi reliquias de colección. Lo raro es que funcionen. Además, conducen por la derecha, como nosotros, pero la mayoría de los coches tienen el volante en el lado cambiado, o sea, a la derecha. Tercera rareza… Y todo esto solo en la primera hora aquí!
Al día siguiente nos tiramos a la calle decididos a cambiar nuestros preciosos y casi intactos dólares, pues según creíamos, lo mejor era hacerlo con algún cambista callejero. ¿Cajeros automáticos? Ni en sueños… ¿Oficinas de cambio oficiales?… está bien si quieres perder el 99% del valor de tu dinero… Así que con el primero que nos ofrece cambio negociamos la tarifa y ya nos extrañó que no regateara demasiado, además conseguimos un cambio muy alto para lo que habíamos visto en internet como cambio no oficial del momento. Algo no iba bien. “Los billetes de 100 dólares casi mejor te los entrego luego”… “Oke Oke”…”¿Por qué cuentas tus Kyats en fajos de 10? Mejor quítales las gomitas y me los das en la mano que ya los cuento yo”.
A todo esto, queríamos cambiar 400 dólares en 400.000 kyats, en billetes de 1000, por tanto a contar 400 billetes, se está un ratito. Cuando ya están todos contados y dentro de nuestra mochila les damos uno a uno nuestros billetes de 100 dólares, casi gritando ONE, TWO, THREE, FOUR… bien clarito. Y de repente, solo tiene 3 en la mano. Este truco ya lo habíamos leído, así que antes de que nos pidiera uno más le preguntamos por el 4º billete. Se lo había escondido uno de ellos… que jeta!! Finalmente, cuando vieron que se les acababan las triquiñuelas empezaron a observar los billetes…que si uno tiene una rallita, que si el otro tiene un puntito…
En fin, que no les interesaba así que “NO CHANGE”. Cuando por fin conseguimos cambiar los dólares en la Guest House, esto si es fiable, de los mas de 15 billetes de 100 dólares que llevábamos, los cuales considerábamos impolutos, tras un exhaustivo análisis de la cara de los presidentes, solo nos acepto 2!! Nos dijo que solo valían su valor aquellos donde la cara esta completamente perfecta, sin una mínima arruga, ni nada pintado… algo de locos, de verdad. El mismo reconoció que estaban como cabras. Entonces ahora nos viene la duda, ¿el cambista callejero no nos quiso cambiar el dinero porque tenia algún desperfecto el billete, o porque no nos la había colado? Después de preguntar a unos cuantos cambistas mas, y de visitar una casa de cambio no oficial, creemos que es lo segundo. Cuarta rareza…
La mayoría de birmanos no son así de cabroncetes. De hecho, de lo amables que son dan hasta miedo, y me explico… Están todo el día masticando betel, una especie de tabaco envuelto en una hojita, que venden en puestos callejeros en cualquier parte de la ciudad, y a cualquier hora del día y de la noche. Esto les deja los dientes, a los que todavía los tienen, de un rojo oscuro. Cuando te hablan o te sonríen parece que acaban de chuparle la sangre al vecino, y este a su vez a su suegra… El rito acaba con un sonoro escupitajo en el suelo, da igual donde estén. Lo hacen de forma tan natural que a veces ni siquiera miran donde escupen, lo cual a veces involucra involuntariamente a terceros. La pierna de Lety es una prueba del delito. Quinta rareza.
¿Creíais que no hay cabinas más típicas que las de Londres? Puede ser, pero sin duda no tan originales como las de Myanmar. Consisten en improvisados puestecillos en mitad de la acera con una mesa de plástico, 3 o 4 teléfonos conectados con cables medio roídos y una chica encargada de contar el tiempo de la llamada y de cobrarte por ella (quizás sean espías del gobierno que escuchan llamadas comprometidas). Sexta rareza
Y es que aquí las aceras cunden un montón. Puedes girar una esquina y encontrarte “La cafetería de Pin y Pon”. Mini mesitas y taburetes de plástico de colores donde la gente se sienta a tomar un té con algún dulce mientras siguen la telenovela del momento, y se parten de risa… No veas lo concurridas que están, sobre todo de noche! Séptima rareza.
Los birmanos tienen un curioso modo de llamarse entre si, hacen como que mandan besitos SMACK SMACK, en vez de nuestros EH, TU, WE, EY, IH…es gracioso. Octava rareza.
El deporte extremo nacional y practicado por millones de birmanos cada día es agarrar (literalmente) el autobús. Casi sin pararse y mientras el ayudante del ayudante del conductor grita el destino (o eso suponemos) los viajeros montan al galope ayudados a subir por este. Quizá no grite el destino sino que animen a subir… VAMOS PAQUITO QUE TU PUEDES! Novena rareza.
¿Ayudante del conductor? ¿Ayudante del ayudante del conductor? El conductor conduce, el ayudante cobra y el ayudante del ayudante echa una mano a los pasajeros. En muchos sitios donde hemos estado, como cafeterías, restaurantes, hoteles, supermercados, hemos notado que se emplea a un montón de gente, y la mayoría es gente joven: por ejemplo, en una cafetería Self Service de Yangon, nos encontramos 5 personas para atendernos únicamente a nosotros en ese momento, en un local relativamente pequeño. O en el supermercado, te acompaña una chica para informarte sobre los productos y una vez que los has ojeado, los vuelve a colocar en el momento. Decima rareza.
A primera vista puede parecer que la tasa de desempleo sea mínima, aunque la pobreza se deja ver notablemente: hay bastantes mendigos y bandas de niños que asaltan a los turistas con una sonrisa, un Hello, Where are you from?, una colección de postales en una mano, y la otra vacía esperando un puñado de kyats.
Son solo poquitos días los que llevamos en esta calurosa tierra, pero tenemos la impresión de que lo que nos depara este país será diferente al resto! ¿Conoces mas curiosidades y rarezas de Myanmar?
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4 comentarios en “Primeras impresiones (y rarezas) de Myanmar”
ragazzi vi invidio!!!!!! baci mamma
Más fotiiiissssssss! Mola leeros.
Chicos! los puestos de "venta de minutos" (locutorios callejeros) tambien estan en Venezuela y Colombia.
Baciooooo
Sí, increíbles en Colombia!! me sacaron de algun apuro 🙂