Desventuras viajeras: me muero dedo-lor

Mensaje importante de la autora: este post es en memoria de todos los dedos muertos accidentalmente en las esquinas de las mesas, de las camas, de las puertas, pisados sin humanidad bajo tacones puntiagudos y botas de trabajo más pesadas que un cocido madrileño para desayunar, y sobre todo para ti: mi querido meñique del pié, que nunca me dejaste sola y perdiste tu alegría e inocencia tan típica de un dedo joven y con tantas ganas de vivir… aquel lejano día en la isla con disturbios de personalidad.

He estado a punto de perder mi meñique para siempre… Fue cuestión de un segundo: acabábamos de entrar en el recinto del templo Ulu Watu, en Bali. Era temprano y éramos los primeros… el parking estaba completamente vacío.

La situación era muy buena: 6 parkings libres y pacíficos… y solo uno que parecía gritar «lejos de aquí!» con un bloque de cemento maligno en su lado izquierdo.

Rober estudia la escena cual economista de éxito y sin ninguna duda se dirige a ocupar el trozo de asfalto que más le gustaba.

Una elección fácil…¿o no?

¿Habéis adivinado cual eligió? Ya hijo ya, yo también empiezo a preguntarme si mi novio intenta matarme, en ocasiones… pero qué le vamos a hacer!

Lo mejor de todo es que no había visto el bloque de cemento (o eso dice el canalla) hasta que mi grito espantó a todos los monos que estaban mirando la escena y vio mi pobre dedo que poco a poco dejaba su apariencia “letiziana” y comenzaba a parecerse más a un dedo de picapiedra, bigfoot o frodo (sin pelos eh!) Que do-looor!!

Este es el único zapato que me hubiera ido bien entonces…

Al principio temí lo peor: creí que mi dedo se iba a suicidar… el golpe fue muy fuerte, pero el impacto psicológico de ver que en la vida todo puede cambiar de un momento a otro fue lo que más le afectó. Si antes su preocupación era «Qué esmalte me pongo hoy?» ahora empezaba a preguntarse «Cuál es el sentido de esta vida?» Por suerte encontró su guía espiritual y gracias a él y a los cuidados y las sesiones relajantes se puso bien… y todos fueron felices y comieron perdices!

El dedo-guru espiritual para curar el alma
Y sesiones de spa para cuidar el cuerpo

Y nunca jamás volvió a montar en moto con Rober. Mentira!!

2 comentarios en “Desventuras viajeras: me muero dedo-lor”

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