Llevas años soñando con ponerte la mochila al hombro, subir a un tren y recorrerte media Europa y ahora que se acerca el momento en que, por fin, el sueño se hace realidad… te cagas de miedo!
¿Quién me habrá mandado organizar un interrail? ¿Qué ruta hago? ¿Y si no me alcanza el dinero? T-R-A-N-Q-U-I-L-O, un viaje de este tipo asusta, es normal, pero no debes preocuparte, será una experiencia que recordarás toda la vida! En este artículo hemos recopilado las cosas que pueden pasar durante un interrail para que te sientas preparado (y menos solo). Así que aquí van 50 cosas que pasan durante un interrail:
1- Perder al menos 5 años de vida estresándote, mirando cientos de paginas web, foros y guías de viaje que no hacen otra cosa que meterte en tu cabeza más dudas existenciales.
2- Hasta que encuentras esta pedazo de guía de interrail que los majetes de mochileando por el mundo escribieron tras haber perdido al menos 5 años de vida estresándose, mirando cientos de paginas web, foros y guías de viaje que no han hecho otra cosa que meterles en sus cabezas más dudas existenciales.
3- Cabrearte con tus compañeros de viaje porque no entienden lo fundamental que es incluir en la ruta aquel pueblecito tan bonito, que se encuentra a tomar por saco de toda civilización y no tiene nada que ver… pero jo, es tan lindo!
4- Cuidar tu interrail pass más que a tu pareja porque además sabes que el pase nunca te va a traicionar.
5- Oler la camiseta para decidir si puedes seguir llevándola o ya es hora de lavarla es algo que puede pasar.
6- ¿Lavadora? Quién la necesita cuando puedes ahorrar 1€ lavando tu mismo la ropa con la ayuda de un jaboncito que encontraste en el baño de algún hostal.
7- ¿Ducha? Quién la necesita… mmm, sí, la necesitas. Y te duchas, claro que te duchas! Pero en ocasiones un baño en un lago o en un río vale como una ducha, ¿no?
8- Dejar la ropa colgada en algún lugar estratégico para que se seque a tiempo… y olvidártela (te lo dice una que ha olvidado sus bragas por medio mundo).
9- Descubres que viajar no es tan caro como te habían dicho, irse de vacaciones si lo es… y de repente te ves planificando viajes como un mochiloco.
10- Hacer como que entiendes cuando en realidad te haces la picha un lío con el cambio de moneda, allá donde no se usa el €.
11- Hacer que la afable viejecita que te atiende en la ventanilla de la estación de Belgrado (o de donde sea) se transforme en el increíble Hulk con venas homicidas a la quinta vez que le vuelves a preguntar por qué demonios debes pagar la reserva del tren nocturno si ya tienes un pase que te ha costado un ojo de la cara.
12- Aprender a utilizar la famosa técnica de los rollitos: enrollar toda tu ropa para que pueda entrar en la mochila.
13- El momento en que maldices a tu mochila por pesar demasiado y entiendes que los ‘por si a caso’ nunca son una buena idea.
14- Alimentarte a base de pizza, bocatas, patatas, helados y sándwich durante todo el viaje.
15- Preguntarte cómo pueden sobrevivir en el resto de Europa sin jamón serrano y tortilla de patatas.
16- Viajes con amigos o solo… enamorarte perdidamente de algún amor platónico conocido en el interrail.
17- Comprobar 521 veces que el tren que debes tomar tiene exactamente aquel numero, sale desde exactamente aquel anden y a exactamente esa misma hora.
18- Comprobarlo una vez más con el revisor, la única persona en el mundo que te da confianza en un momento así.
19- Quedarte dormido en el tren y despertarte de sopetón creyendo haberte pasado la parada y darte cuenta de que te faltan todavía 3 horas de viaje antes de llegar al destino.
20- Plantearte cagar en el medio de los andenes cuando descubres que para ir al baño de la estación debes pagar 1€.
21- Ser despertado en el medio de la noche por un guarda fronterizo con cara de pocos amigos, que quiere revisar tu pasaporte mientras te enchufa a la cara directamente con su linterna.
22- Modificar la ruta del interrail cuando ya lo tenías todo super mega decidido, organizado y planificado… ya, porque los planes están hechos para ser revolucionados!
23- Si el tren sale a primera hora de la mañana prefieres dormir en la estación (o no dormir y aprovechar el alma fiestera de la ciudad) que pagar un hostal. Mismo discurso para los trenes nocturnos: si hay manera de ahorrar noches de hostal… por qué no!
24- Sufrir medio paro cardíaco cuando el revisor te pide el billete y no lo encuentras.
25- Sentir un instante de autentica felicidad cuando, por suerte, encuentras el billete que, obviamente, estaba en su sitio.
26- Sabes que lo mejor es reservar el siguiente viaje en tren recién llegado a destino (y lo sabes porque una vez no lo hiciste y tuviste que viajar en segunda o tercera ‘sardinas en lata-clase’)
27- Al principio del viaje tenías una vergüenza increíble a chapurrear inglés, al final del viaje sabes pronunciar ‘where do you come from’, ‘one beer, please’ y ‘how much?’ mejor que Harry Potter.
28- Y hablando de magia… te has vuelto todo un mago en gestión y administración del dinero: los últimos 10€ te han valido para comer, comprar regalos para los tuyos, beber la última cerveza y guardarte unas monedas de recuerdo.
29- Descubrir que lo que olía a muerte, resurrección y más muerte no eran tus calcetines… era la toalla de micro fibra!
30- Tener (al menos) un compañero de habitación que te recuerda sospechosamente a alguien…
31- Pasar al menos una noche en blanco por culpa del vecino de litera que ronca más que un oso pardo en celo.
32- Hacer pasar al menos una noche en blanco a tu vecino de litera por roncas más que un oso pardo en en celo y borracho.
33- Cuando encuentras a otro viajero español parece que acabas de ver a tu mejor amigo de toda la vida y pasáis dos horas hablando y recomendando trucos viajeros.
34- Comprar una botellita de agua el primer día de viaje y rellenarla con el agua de las fuentes de todas las ciudades que visitas. Gastos en agua: menos de 1€.
35- Gastos en cerveza: incalculable. Pero todo tiene su motivo: la cerveza, además de hidratar, alimenta! Al final del viaje, además, tienes una nueva profesión: experto máximo de degustación cervecera.
36- Aprender que una de las mejores guías de viaje es siempre el recepcionista del hostal (a menos que quiera venderte tours feos, caros y nada interesantes, en este caso es la peor guía de viaje y merece que le hagas una bromita como esta).
37- Intentar hacer couchsurfing y descubrir que hay mucha gente con mente abierta, pasión por los viajes y ganas de conocer a otros viajeros… pero también hay gente rara-rara.
38- Descubrir que la ventanilla del tren puede resultar ser la mejor almohada tras un día agotador. Bueno, mejor que tu almohada no, ains como las echas de menos. Es coña: la única cosa que echas de menos es la comida de tu madre (bueno, y a tu madre también, pero las croquetas más).
39- Cuando llegas a uno de aquellos sitios que habías soñado visitar desde hace nosabescuanto tiempo, te sientes como el protagonista de un videoclip.
40- Si el hostal ofrece desayuno… comer como un cerdito que no ha comido nada en los últimos 10 años.
41- Volverte más experto que una guía de viajes sobre las atracciones gratuitas: te sabes todos los tours gratis, los días en que los museos tienen puertas abiertas y las cosas que ver y hacer sin gastar ni un euro.
42- Aprendes que hay 3 cosas que nunca pueden faltar en la mochila de un interrailero: chubasquero, cartas y tapones para los oídos.
43- Si tienes unos 20 años jurarás que volverás a hacer interrail una y otra vez, si tienes 30 años te maldecirás por no haberlo hecho antes.
44- ¿El roce hace el cariño? Tss: el roce hace explotar la III Guerra Mundial entre tú y tus compañeros de aventura (Guerra Mundial que se acaba inexorablemente con la firma de un tratado de paz, lagrimas de reconciliación y juramento de amistad eterna).
45- Lo mismo vale si viajas en pareja. Bueno, lo mismo pero elevado a la máxima potencia.
46- Si los primeros días de viaje tenías todo planificado al más mínimo detalles, los últimos destinos los dejarás a la improvisación total… ¿Dónde estamos? Ah. Budapest. Vale, busca en google: «qué ver en Budapest«.
47- Darte cuenta de lo diferente que llega a ser el paso del tiempo: una semana en tu pueblo equivale a lo mismo una y otra vez, una semana de interrail equivale a subir a la Torre Eiffel, emborracharte en Ámsterdam, visitar el muro de Berlín y bañarte en un balneario de Budapest.
48- Sacar un millón de fotos a monumentos, pueblos, caras y rostros que serán el mejor souvenir del viaje.
49- El drama de la última noche: cuando te das cuenta de que mañana todo se va a acabar y que tu vida ya no te sorprenderá tanto como durante los días de interrail.
50- Sufrir la depresión post-interrail y pensar que no hay manera de que desaparezca hasta que alguien te dice una palabra mágica: E-R-A-S-M-U-S.