Algo habíamos leído de las “trampas legales” en los pasos fronterizos hacia Camboya. Podemos decir que ya íbamos avisados y que teníamos una especie de plan para no caer en las manos de los corruptos policías fronterizos. Todo fue inútil, primero para que nos sellen la salida en el pasaporte en la parte laosiana, después de quedarnos los últimos negándonos a pagar los 2 dólares por cabeza que pedían el amable hombre corrupto nos hizo un descuento del 50% (o un 2×1), ¿será porque está próxima la navidad?
Ya en el lado camboyano pedían 3 dólares extra por la expedición del visado, 1 dólar por una revisión médica (si así se puede llamar) y 2 dólares por poner el sello de entrada, vamos un robo… Aquí hubo más gente dispuesta a plantar cara, aunque después de unos 45 minutos de discusiones, amenazas y por qué no unas cuantas risas, aquel grupo de irreductibles fueron reducidos y obligados a pagar los 3 dólares de más del visado. El control sanitario lo pudimos saltar y los 2 dólares del sello creo que visto el escándalo que se había formado y temiendo que fuera a mas, no nos los pidieron.
Visto desde el lado negativo hemos aportado 4 dólares cada uno al sistema corrupto, visto desde el positivo nos hemos ahorrado otros 4, después de unas cuantas discusiones, siendo la más gorda provocada por esta preciosa foto que Lety pudo tomar de nuestro querido policía camboyano.
Tras esta aventura por la que casi perdemos el bus, llegamos a la capital de Camboya: Phnom Penh, reventados por las 15 horas de viaje. Estábamos un pelín preocupados por como seria la gente aquí, después de la mala experiencia con los policías no estábamos muy seguros de cómo sería el pueblo de Camboya, pero cualquier duda se evaporó en las primeras horas de la mañana del día siguiente.
Normalmente en las capitales la gente suele ser mas agria, pero aquí no se cumple, y la mayoría de ellos, tanto los que quieren venderte algo como los que no, saludan muy cordialmente y con una sonrisa bien grande. Eso sí, la ciudad es súper caótica, y ni el Mekong puede aportar una pizca de tranquilidad. Phnom Penh es enorme y el tráfico se rige por la ley del más fuerte, los mercados callejeros están abarrotados de gente, y a cada paso tenemos un conductor de tuk tuk preguntando si quieres ir a ver los “campos de la muerte”.
Camboya tiene un pasado reciente de horror, con el genocidio a manos de los Khemeres Rojos y su líder Pol Pot, que con la excusa de volver al año cero y arrasar con cualquier signo de progreso con lo que arrasó fue con 1,7 millones de hermanos camboyanos (un cuarto de la población total del país) en cuatro años. Phnom Penh lo sufrió con especial crueldad pues en esos años el ejército revolucionario vació literalmente las calles convirtiéndola en una ciudad fantasma hasta la llegada de los vietnamitas y la caída de la denominada “Kampuchea Democrática”.
Es imposible saber lo que siente la gente con la que nos cruzamos continuamente, de los cuales la mayoría ha perdido algún miembro de su familia en esos cuatro años y muy posiblemente ellos mismos siendo niños han sido formados por grupos de reeducación cuyo objetivo era sustancialmente lavarles el cerebro e inculcar los principios que el partido (Angka) establecía. Lo que si tenemos claro es la fuerza, fuera de lo humano, que este pueblo ha tenido y tiene para superar ese horror.
No quisimos visitar los campos de la muerte, donde todavía quedan los restos de los cuerpos desperdigados por las fosas comunes. Lo que si nos atrevimos a ver fue el S-21, un colegio que en aquellos años reconvirtieron en cárcel donde torturaban hasta la muerte a miles de camboyanos ya que según Angka los detenidos pertenecían a la KGB, la CIA, o simplemente eran enemigos del estado. Se tenía la costumbre de fotografiar tanto a los vivos a su entrada, como a los muertos a su salida. Estas fotos cubren las paredes de las celdas en una exposición que te transporta hasta aquellos años de terror.
El post está quedando muy triste, pero tenemos la necesidad de contar esto que para muchos es lejano, aunque forma parte de la historia reciente ya que sucedió hace menos de 40 años, parece increíble. Hoy por hoy el pueblo camboyano tiene, al menos por fuera, una parte alegre y divertida que nos ha hecho disfrutar mucho de nuestro paso por su capital. Además aquí celebramos el día de Navidad, y aunque está claro que no es lo mismo, nos hemos dedicado un lujo de comida y además por una buena causa.
Ya vamos notando como algo grande está por llegar y es que nuestra próxima visita será nada menos que a los templos de Angkor, la octava maravilla del mundo. En el próximo post os lo contamos.
INFO ÚTIL
Alojamiento. ¿Dónde dormir en Phnom Penh?
Okey GH, habitación con baño y wifi, algo alejada del centro pero una zona mochilera con mucho ambiente. 8 dólares. LongLin, más céntrico, son 4 establecimientos en un mismo cruce, y hay habitaciones de todo tipo todas por 8 dólares.
Transporte. ¿Cómo llegar a Phnom Penh desde Laos?
Dondet (4000 islas) – Phnom Penh, 25 dólares. En los últimos tiempos parece que ha subido mucho, se ve en los carteles de las agencias, como han borrado los precios antiguos mucho más bajos. Total fueron unas 15 horas entre barco, minivan y bus, con las paradas de rigor.
Comida. ¿Dónde comer en Phnom Penh?
Friends Restaurant: platos deliciosos. Ayuda a niños sin hogar a obtener su oportunidad laboral. Al lado puedes darte una vuelta por la tienda de souvenirs.
Visitas a los museos:
El Museo Nacional nos costó 3 dólares y no merece la pena pagarlos. Al revés, el S-21 cuesta 2 dólares y es muy recomendable. No visitamos el Palacio Nacional porque era carísimo.
5 comentarios en “PHNOM PENH: DESCUBRIENDO CAMBOYA”
mitico il mio pasticcio è???? mille baci
Hola chicos!
cuantos dias reocmiendan quedarse en phenom?
besos
Hola! con un par de dias es suficiente!
Muchas gracias por los consejos. Voy a Camboya dentro de 2 meses y ya daba por sabido el tema de tener que pagar de más a la hora de entrar al país. Algo que me parece vergonzoso todo sea dicho… Pero claro, parece ser que siempre (el viajero) está con la espada y la pared porque te ves «obligado» a tener que abonar para poder entrar y ya «relajarte».
En fin… ya contaré a la vuelta.
Esperamos tu experiencia!