NUESTRO BIG BANG VIAJERO

En el principio no había nada, ni espacio ni tiempo ni materia; no había un antes ni un después, solo se sabe que en un momento todo comenzó y el universo nació de la nada… como nuestra pasión por los viajes.

Ya os hemos contado como empezó todo, aunque para ser sinceros hay que remontarse un poquito en el tiempo, en realidad nuestro personal big bang fue una moneda. ¿Cómo te quedas? Venga va, os cuento!

Erase una vez un 6 de enero de 2010 y en Desigual, donde trabajaba, tocaba día de lotería. Pues bien, el premio gordo de aquel año era un vuelo de ida y vuelta para 2 personas al destino que se quisiera. Adivinad a quien le tocó… os lo juro! Nunca gané nada, ni siquiera una sola vez pude con mi abuela al bingo en Navidades, y aunque intentaba hacer trampas (que ya de por sí es muy feo, pero en Navidades es casi delito!) nada… no ganaba nunca!

La suerte aquel día me besó! Y que beso! No quedaba otra cosa que decidir dónde ir: Argentina, Nueva Zelanda, Japón, Tailandia… Obviamente el acompañante ya estaba elegido, no es otro que el del lema «todo lo que es gratis es bueno»…

Todo el mundo nos decía igual: iros lo más lejos posible y aprovechar el billete gratis! Pero claro, estar 3 semanas en Nueva Zelanda o en Japón no estaba dentro de nuestro presupuesto (aclarar que lo que me tocaron solo eran los vuelos), ni con vuelo incluido nuestros ahorros podían permitírselo! Así que estábamos muy indecisos: ¿Sudamérica? ¿Asia?! Aiii ¿qué hacemos?!

Pero un día, como cualquier otro, de repente, todas las dudas desaparecieron. Fue cuando la vimos. ¿Creéis en las sincronicidades? Estábamos parados frente a un paso de peatones esperando a que el muñequito se pusiera en verde cuando miré al suelo y vi que algo relucía más de lo normal. Me agaché a recoger aquello y no os vais a creer lo que era: una puñetera moneda de baht estaba en la acera de nuestra antigua casa de Barcelona! ¿Qué probabilidades teníamos de encontrarnos un bath bajo nuestros ojos frente a nuestra casa de Barcelona?  Obviamente no nos lo pensamos dos veces y el destino eligió nuestro destino: nos vamos a Tailandia!

Dicho y hecho: estuvimos tres semanas recorriendo el país y caímos enfermos, de la enfermedad mas sublime: el amor. Nos enamoramos de unos lugares, de unas personas, de unos perfumes, de unos sabores y colores que nunca habíamos visto. Nos enamoramos de un cachito de Asia y queríamos mas!

Volvimos a Barcelona en agosto y empezamos a darle vueltas a una idea un tanto estrafalaria y aterradora: ¿y si lo dejamos todo y salimos a la aventura? ¿Y qué hacemos con el curro? ¿Y cómo conseguimos ahorrar pasta para tantos meses? ¿Y si nos arrepentimos? Y si….

• “Roby, hay un vuelo París-Kuala Lumpur a 198 €!!!”
• “¿Para cuándo?”
• “Es para dentro de un año!!!”

El resto ya lo sabéis! Llegó el momento de los preparativos, el comienzo del viaje, su desarrollo, la vuelta…  y sería el momento perfecto para poner palabra FIN a una bonita historia de amor. Pero tenemos un problema: seguimos enamorados, y no creemos en el amor a distancia. Solo que ahora no solo estamos enamorados de Asia, estamos enamorados de nuestra mochila, de la libertad, de la aventura: así que nuestras cabecillas ya están planeando cosas, pero ahora toca la parte fea: la de ahorrar! Puff!!! A ver si gano otro vuelo… 😉

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